
Millones del Estado destinados a legisladores inútiles que no legislan: el alto precio de la inacción política.
Promesas de WiFi e Internet que siempre llegan con elecciones, pero nunca con señal.
Editorial22/08/2025Como ocurre religiosamente cada vez que se acercan las elecciones en Catamarca, el oficialismo provincial vuelve a sacar de su gastado “Baúl de los Recuerdos” el mismo caballito de batalla: la Red Federal de Fibra Óptica (REFEFO). Eso sí, cada temporada electoral le cambian el disfraz: hoy se llama “Puente Digital Educativo”, pero el argumento es siempre el mismo.
La escena parece calcada de viejas campañas: promesas de internet gratuito, nodos de última generación, conectividad en plazas y escuelas. Todo un despliegue de anuncios que suenan más a propaganda que a realidad concreta. ¿Les suena familiar? Claro que sí. En Fiambalá ya escuchamos este “verso” en la campaña de 2015, después en 2019, y más tarde en las legislativas. Y como si fuera poco, ahora el gobernador Raúl Jalil desempolva exactamente la misma promesa, con idéntico guion y los mismos aplausos ensayados de ministros, funcionarios y otros obsecuentes.
La población que realmente necesita un sistema de comunicación digno, con conectividad real y estable, hace tiempo que espera –y en muchos casos ya perdió la paciencia–. El problema es que los antecedentes son lapidarios: cada promesa quedó en un espejismo electoral. Y cuando el espejismo se repite tantas veces, la gente deja de creer en los vendedores de humo.
En esta ocasión, Jalil se rodea de ministros, presidentes de empresas y asesores para explicar que ahora sí, esta vez es distinto. Que la fibra óptica llegará a más de 300 escuelas, que habrá WiFi en plazas, que se abrirán puertas al futuro. Todo muy lindo en el papel… pero la película ya la vimos, y el final siempre fue el mismo: nada.
La estrategia es clara: llenar titulares en medios oficialistas, sostenidos por una millonaria pauta publicitaria que garantiza aplausos y notas coloridas, aunque en los pueblos y parajes del interior no haya ni señal para mandar un simple mensaje de WhatsApp.
Lo más irónico es que estos anuncios se repiten con la misma naturalidad con que Roxana Paulón en su tiempo ofrecía un futuro luminoso que jamás llegó. Promesas vacías, siempre útiles para la campaña, pero nunca para la gente. El oficialismo se ríe de la memoria colectiva creyendo que todos olvidan. Sin embargo, en Fiambalá la gente recuerda muy bien: ya escuchó este discurso más de una vez, y siempre terminó en decepción.
Hoy, mientras se venden como avances tecnológicos y políticas de Estado, muchos ciudadanos se preguntan: ¿de verdad creen que todavía les creemos?
En definitiva, la “gran obra digital” de Jalil y sus aliados no es más que un nuevo capítulo del mismo libreto gastado: prometer futuro para maquillar un presente lleno de carencias. Promesas que vuelven, como las viejas canciones de campaña, pero que ya no emocionan a nadie.
Porque al final, lo único que logran conectar… es la desconfianza.
Millones del Estado destinados a legisladores inútiles que no legislan: el alto precio de la inacción política.
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