ROXANA PAULÓN Y LA OSCURIDAD DE UNA GESTIÓN QUE DESTRUYÓ A FIAMBALÁ: LA MEMORIA DE UNA TRAICIÓN A LA DEMOCRACIA

Fiambalá, un pueblo que hasta el 17 de diciembre de 2015 se caracterizaba por la paz, la humildad y la unión vecinal, vivió el inicio de su peor capítulo político y social bajo la nefasta administración de la odontóloga Roxana Paulón. Aquella fecha quedó grabada como el día en que la democracia fue atacada, la armonía destruida y se sembraron semillas de odio, desunión e insensibilidad que dividirían al pueblo durante años.

Tras asumir como intendenta, Roxana Paulón inició su mandato con un acto de mezquindad sin precedentes: el despido arbitrario de 123 trabajadores municipales, todos ellos padres y madres de familia, cuyo único "pecado" era haber sido contratados durante la gestión del ex intendente Amado David “Coco” Quintar. Este acto, guiado por un insaciable apetito de venganza política y un odio visceral, desnudó desde el primer momento las verdaderas intenciones de Paulón y marcó el inicio de una administración caracterizada por la corrupción, la incompetencia y la mentira.

El "Sitio" fabricado: una farsa orquestada para engañar al pueblo

La noche del 17 de diciembre, los 123 trabajadores despedidos comenzaron una protesta pacífica frente al Centro Cultural Municipal, exigiendo respeto por sus derechos laborales y la posibilidad de mantener a sus familias. Lo que debería haber sido un ejercicio democrático legítimo fue vilmente transformado en un espectáculo mediático manipulado por Paulón y su gabinete. En un acto de cinismo sin límites, la intendenta y su equipo fabricaron un relato victimista, presentándose como supuestas víctimas de una “violencia” inexistente.

Con el apoyo cómplice del gobierno provincial y medios de comunicación bien remunerados por jugosas pautas publicitarias, la prensa regional amplificó la mentira, presentando titulares que pintaban a Paulón como una mártir sitiada por un grupo de “agresores”. El colmo de esta farsa llegó con el despliegue desproporcionado de más de 200 policías de Infantería, equipados con perros y herramientas antidisturbios, para reprimir a 123 trabajadores pacíficos, en su mayoría mujeres. La imagen de esta fuerza desmedida quedó grabada como un símbolo de abuso estatal y desprecio hacia los más vulnerables.

El hambre de los trabajadores y los banquetes del poder

Mientras los trabajadores despedidos soportaban noches enteras durmiendo en el suelo y pasando hambre, dentro del Centro Cultural los funcionarios de Paulón se deleitaban con manjares, bebidas y un desfile de privilegios que parecían ser una burla descarada al sufrimiento ajeno. Este contraste grotesco entre el abuso de poder y la desesperación de las familias cesanteadas fue una muestra clara del desprecio de la intendenta hacia quienes no servían a sus intereses personales.

Una gestión marcada por el odio y el fracaso

Lo que comenzó como un acto de venganza política terminó por definir toda la gestión de Roxana Paulón. En lugar de gobernar para el pueblo, su administración estuvo plagada de egoísmo, insensibilidad y un profundo desconocimiento de la política. Los años que siguieron a ese 17 de diciembre fueron un lento pero inevitable camino hacia el fracaso. Ni los recursos públicos, ni el poder que ostentaba, ni la manipulación mediática pudieron salvar a Paulón de la histórica derrota que sufrió en las urnas, cuando el pueblo finalmente le dio la espalda y decidió no creer más en sus lágrimas ni en sus mentiras.

El legado de los 123 trabajadores

Hoy, nueve años después, los 123 trabajadores despedidos se han convertido en un símbolo de resistencia y dignidad frente a la opresión y la corrupción. Su lucha dejó en evidencia el verdadero rostro de una gestión que destruyó los valores de Fiambalá y dejó una herida profunda en la comunidad. Aunque jamás recuperaron sus empleos, su sacrificio no fue en vano. Sirvió para despertar a una población que durante años fue engañada y que, finalmente, decidió tomar las riendas de su destino.

El abismo político de Roxana Paulón

El ocaso político de Roxana Paulón es un recordatorio de que la mentira, el odio y la desunión nunca serán la base de un liderazgo exitoso. Hoy, incluso su propio partido intenta desesperadamente apartarse de su desgastada imagen, incapaz de resucitar a una figura política que cayó al abismo por sus propios errores. El pueblo de Fiambalá no olvida y no perdona, y el nombre de Roxana Paulón será recordado como el símbolo de una era de oscuridad que nunca más debe repetirse.

El escándalo en la inauguración del puente

Hace unas semanas, durante la inauguración del Puente sobre el Río Abaucán en Medanitos, Paulón sufrió la furia de un pueblo cansado. La mayoría de los asistentes la abuchearon e insultaron, exigiéndole que devuelva lo robado y recriminándole el multimillonario endeudamiento que dejó al municipio. Las fuertes acusaciones por corrupción consolidaron su imagen como la peor y más corrupta gestión que tuvo Fiambalá.

El silencio de Paulón ante la justicia fortalece las sospechas de complicidad

La trama de corrupción y estafas piramidales que sacudió a Catamarca, conocida como la Causa Edgar Bacchiani, sigue desvelando vínculos sospechosos y redes de poder que parecen intentar ocultar la verdad. En este contexto, el rol de la ex intendenta de Fiambalá, Roxana Paulón, vuelve a colocarse bajo el escrutinio público y judicial, mientras su silencio alimenta la indignación de quienes claman por justicia.

El abogado Alfredo Aydar, querellante en esta causa, reiteró su pedido para que Paulón sea citada a declarar como testigo. Según Aydar, su testimonio es "esencial para el esclarecimiento de los hechos". En particular, se investiga si fondos públicos de Fiambalá fueron desviados hacia la empresa Adhemar Capital SRL, epicentro del escándalo financiero.