GENTE DE MI PUEBLO: "UNA HISTORIA QUE NO SE APRENDE, SE HEREDA EN LA VOZ"

Entrevista a Cruz Farfán | Por Diario El Esquiú.

Información General07/07/2025
Cruz Farfan

En esta entrevista cargada de sentimiento, Cruz Farfán nos invita a adentrarnos en el universo profundo y ancestral de la copla. Con la pasión de quien vive cada verso como una verdad propia, nos habla del poder de la palabra cantada, del rol de la mujer en esta tradición y del vínculo único que se crea con el público. A través de sus respuestas, se revela no solo una cantora, sino una guardiana de la memoria popular. Aquí, su voz nos guía por los caminos del alma donde nace la copla.

Cruz no solo conversa: recita, canta, evoca. Inclusive, nos cuenta su historia con coplas, como quien va hilando recuerdos en verso.

“Soy una coplera nacida en Antofagasta de la Sierra, que hoy vive en Fiambalá y lucha por mantener viva una tradición que siente como parte de su alma: el canto de las coplas. Me vine a Fiambalá, de chica con mis padres, por la estancia. Me crie en el campo. Ya de mujer grande me fui a vivir al pueblo, a Palo Blanco, y de ahí me vine definitivamente a Fiambalá, donde crie a mis hijos y formé mi vida.

El canto que tengo es el de las coplas. Las canto para que escuche la juventud. Algunos las disfrutan, a otros no les interesa. Pero para mí sería una alegría que los jóvenes aprendan a coplear. Me gustaría que hubiera una profesora, una señora que sepa coplas y las enseñe a los chiquitos. Porque cuando se pierden las coplas, se pierde una parte de nosotros. Si la gente grande ya no las sabe cantar ni crear, los jóvenes tampoco. Y así se termina todo, porque los niños no aprenden.

Las vidalas sí se enseñan, porque hay muchas. Pero coplas, no. Coplas casi no hay. Y además, a la juventud de hoy muy poco le gustan. No lo ven como algo importante, como una tradición.

Esa es mi historia. Mis coplas. Quisiera que las escuchen, que las valoren. Si alguien quiere que yo les enseñe, yo no tengo problema. Estoy dispuesta, con gusto. Pero tiene que ser gente a la que de verdad le guste, porque hay muchos que no lo sienten. Algunos hasta se fastidian, porque como acá ya casi no se canta copla, no la toman como parte de la cultura.

Esa es mi experiencia. Eso es lo que tengo para contar. Y ojalá que no se pierda”.

 

PV: ¿Cuándo descubriste que tu voz tenía destino de copla?

Cruz: La copla, yo soy nacida de raíces. Mi madre ha sido coplera. Cuando yo era chica, ya lo sabía decir a mi madre que me enseñe a coplear. Yo le aprendí cuando ella cantaba, y ella cantaba muy lindo la copla. Algunas coplas de mi madre las tengo por ahí, y también canto coplitas de ella. Pero más que nada, las coplas que canto son mías. Yo canto con mi voz que sale de adentro, del corazón, con ese cariño que uno tiene. Amo la copla desde siempre.

 

PV: ¿Qué tiene la copla que no tienen otros cantos?

Cruz: La copla tiene el canto. El canto se canta hablado. La copla hay de varias formas de cantarla, pero yo mis coplas las canto de una forma, con todo el aliento de mi corazón. La copla es una cosa tan linda, que yo la quiero y la amo toda la vida. Me gusta cantar, me gusta coplear más que Vidala. La Vidala también la sé cantar, pero soy aprendiza. En cambio la copla nace de mis raíces, de mi pecho, de mi madre coplera. Por eso tanto la quiero.

 

PV: ¿Cómo nace una copla? ¿Las componés vos también?

Cruz: La copla nace cuando uno piensa, cuando uno tiene por adentro el aliento, el pensamiento que va a cantar. Cuando uno ama, eso sale del corazón, de la alma viva que uno tiene. Las coplas que yo canto nacen de mi corazón, de mi voz, de mi pecho.

Yo las formo. A veces estoy cocinando, jodiendo, haciendo cosas en mi casa, y voy pensando con mi mente. No uso letra, porque no sé escribir. Yo pienso cómo voy a cantar, las agarro, las formo, no muy bien, pero son mías. Y cuando estoy cantando y me piden una copla, yo pienso con mi mente y ahí nomás la compongo. Es de mi pensamiento, de mi cabeza, de mi mente.

 

PV: ¿Qué lugar tiene la mujer en el mundo de la copla?

Cruz: La mujer tiene un lugar muy sentido, muy profundo en la copla. Mi madre era coplera, yo lo aprendí de ella. Nosotras llevamos la copla en el alma, como un deber, como un cariño que se transmite. Las mujeres decimos con el alma, con emoción. La copla no se canta, se dice.

 

PV: ¿Cómo es tu relación con el público cuando decís una copla?

Cruz: La relación mía con el público me agarra una alegría, un entusiasmo, una emoción por adentro que me hace sentir viva. Siento que hay algo muy profundo ahí, algo que uno ama. Yo vivo contenta y satisfecha cuando a la gente la veo, cuando me escuchan. Es la alegría más grande para mí.

 

PV: ¿Qué sueños te acompañan como cantora de coplas?

Cruz: Yo cuando duermo, sueño mis coplas. Sueño y canto. Hay coplas que preparo con mi mente, con mi corazón. Las coplas me acompañan siempre. Cantar es un sueño que tengo desde chica, y me sigue acompañando. Me gusta cantar, me gusta coplear, y sueño con seguir haciéndolo mientras pueda.

 

PV: ¿Podés compartirnos una copla que te represente?

Cruz: Claro, una copla que me representa sería esta: Cuando ensillo mi caballo, le pongo la montura. Sale galopando, levantando, por vereda, por vereda. Llego a mi pago a visitarle a mis paisanos, mis paisanos. Llego a mi pago a visitarle a mis paisanos, mis paisanos…mis paisanos… mis paisanos.

 

PV: ¿Cuál es el mensaje Cruz para hoy?

Cruz: Las coplas no son solo canto. Son historia, sabiduría popular y memoria viva de nuestros pueblos. En la voz de nuestras abuelas y copleras hay siglos de cultura que hoy corren el riesgo de desaparecer.

“Cuando ya la gente grande no sabe cantar, no sabe hacer coplas, los jóvenes terminan... y todo se termina”, nos dice con profunda verdad.

Que no se pierda lo nuestro por falta de interés o de enseñanza. Que no se apaguen las voces que todavía quieren enseñar. Escuchemos, aprendamos, compartamos. Porque mientras haya alguien que coplea, nuestra identidad sigue viva.

Reflexión

“Las coplas son una forma de preservar la historia, los sentimientos y la identidad de un pueblo. En la voz de quienes aún las cantan vive la memoria de generaciones pasadas y el deseo profundo de no dejar morir una tradición. Nos recuerda que el valor de nuestras raíces depende de que sepamos transmitirlas. Escuchar, aprender y enseñar las coplas es un acto de respeto, de amor por la tierra y de compromiso con la cultura popular”.

 

Fuente: www.elesquiu.com

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